Día tras día, nuestra vida está llena de decisiones. Las habrán pequeñas e insignificantes, sin apenas consecuencias. Por ejemplo, decidir qué calcetines ponerte o decidir si comer espaguetis o macarrones son decisiones que no tendrán grandes consecuencias en nuestra vida.
Otras decisiones, en cambio, serán más significantes y traerán unas consecuencias importantes. Qué carrera estudiar, dejar o no el trabajo, comprar una casa u otra, seguir con esa relación… son todo decisiones importantes.
A veces, es normal bloquearnos a la hora de tomar una decisión (sobre todo si se trata de una decisión importante), pues sabemos que toda decisión está ligada a la posibilidad de cometer un error. Pero, cuando estamos bloqueados la mejor opción siempre va a ser tomar una decisión.
Por lo general, el funcionamiento hasta elegir nuestra decisión va a ser el siguiente: Lo primero de todo será definir el problema para así poder obtener información y datos sobre este. Seguidamente generaremos alternativas y respuestas para poder analizar los pros y los contras de cada una de las opciones hasta seleccionar la opción que creeremos más acertada.
Pero Greta, ¿Cómo sabré que la opción que voy a elegir es la más acertada? La respuesta a esta pregunta no la sabrás hasta que no vivas las consecuencias que tu decisión trae. Lo que sí queda claro es que cuanto más sepas del tema relacionado con tu decisión, mejor decidirás.
Pongamos como ejemplo una decisión sencilla: coger abrigo o una chaqueta vaquera. Cuanto más sepas sobre el clima de hoy, mejor decidirás.
Ahora un ejemplo más complicado: elegir una carrera u otra. Cuanto más sepas sobre las salidas que conlleva cada una de ellas, el nivel, tu predisposición a estudiar todas sus materias… mejor decidirás tu elección.
Por tanto, cuanto más sabes, mejor decides. Estudia todas las opciones, analízalas y luego decide con coherencia.
Y no te olvides de la famosa frase de «somos las decisiones que tomamos», así que nunca dejes de aprender para así decidir correctamente y tomar las direcciones justas para encarrilar tu vida hacia el éxito. Y recuerda, si te equivocaste en tu decisión aprende de ello y rectifica.
¿Cuál fue la decisión que más te costó tomar? ¿Acertaste? Cuéntamelo en comentarios y no te olvides de compartir 😉
Un abrazo,
Greta.